Hoy, me vais a permitir que deje a un lado mi lado irónico y gruñón. Hoy, y solo por hoy (pero no os acostumbreis) voy a sacar a relucir mi vena sentimental que, aunque parezca mentira, también la tengo. Pero, en cuanto acabéis de leer esto, que sepáis que voy a seguir siendo la misma de siempre
2 de Abril: Día de concienciación mundial sobre el autismo.
Sí. Hoy es día dos. Querría crear misterio y deciros, ¿sabéis porqué es importante esta fecha? Luego soltar algo muy típico mío como… “porque quedan 4 meses exactos para mi cumpleaños” pero sería hacer el tonto… ¿Qué por qué? Porque supongo que ya habréis leído el título. Ya os imagináis el tema de este… ¿cómo llamarlo? ¿texto? ¿reflexión? ¿tontería? En fin, cada uno que le llame como quiera. Pues sí, señoras y señores, hoy es el día que las piezas de puzle cobran un significado especial, pues hoy es el día dedicado a este trastorno de la conducta, Me gustaría que al acabar de leer esto cambiéis un poquito la imagen que se tiene de la persona autista. No, no es ese niño que siempre está en un rincón y que se enfada cuando le tocas. No es ese niño sin sentimientos que rechaza cualquier contacto social. No es ese retrasado que debe darnos pena. Para empezar, diré que. Como el resto del mundo, cada autista es un mundo. Quiero decir que no existen unas pautas que sigan todos y cada uno de las personas autistas. Si no, sería todo demasiado fácil, ¿no creéis? Los autistas, en general, son personas que no conciben las relaciones sociales tal y como las concebimos nosotros. Eso no quiere decir que no le gusten o que no necesiten cariño. Por ejemplo, si alguien se acerca a vosotros con los brazos abiertos y una sonrisa en la cara, sabéis perfectamente que quiere abrazarte; en cambio si se acerca con el puño cerrado y con cara de pocos amigos, sabéis que eso no pinta bien. Pues bien, un autista no encontraría diferencia. El nano no sabrá que abrir los brazos es un gesto bueno y que no vas a hacerle daño, como tampoco sabrá que el puño cerrado simboliza la violencia. Por tanto, son un poco “asustadizos” Imaginaros que, de repente, alguien se acerca a vosotros y no sabéis muy bien las intenciones que tiene… también os asustaríais. Otra cosa muy diferente es la manera de jugar. Ellos no utilizan el juego simbólico. Me explico. Si un niño sin Trastorno Autista tiene una muñeca en la mano, seguramente jugará con ella imitando a una persona que conozca. La llevará a jugar, reproducirá conversaciones que haya oído, le hará la maestra de su cole, su médico, etc. Un autista no. No sabrá reproducir ese juego simbólico, y a lo mejor su entretenimiento con la muñeca consiste en levantarle continuamente el brazo derecho. Se sentirá seguro así, pues no habrá cambios. No tendrá que improvisar, la muñeca levantará el brazo continuamente. Y llegamos al kit de la cuestión: las rutinas. Los autistas odian los cambios. Necesitan unas pautas muy marcadas durante el día. Si es Lunes iré al colegio en autobús, que pasará a y tres minutos exactamente, se meterá por las mismas calles de siempre, y si no lo hace el niño de pondrá nervioso. Pues no sabe porqué. En su cabeza no cabe la posibilidad de que hayan obras, estén las calles cortadas. El autista solo ve que no va por donde siempre, no se encuentra seguro, pues no sabe lo que se va a encontrar en su nuevo destino. Pero eso tiene fácil solución. Antes de subir al bus, hay que anunciarle que hoy irá por otro camino por las obras de la calle Mayor. Pasará una farmacia, un Mercadona y ya verá la calle del colegio. Tan fácil como eso. Anticiparse a todo. Es muy útil el preparar horarios a los nanos. Hoy toca centro ocupacional + merendar en casa+ ir a comprar a la frutería + visitar a la tía Eva+ llegar a casa + baño + cena+ cama. Todo ello acompañado de pictogramas para la mejor asociación del concepto. Dicho esto, decir que yo he vivido grandes momentos de mi vida gracias al autismo. Momentos buenos y momentos no tan buenos. Tengo en mi mano miles de arañazos, incluso un bocado. Me han hecho sentirme inútil al no poder averiguar el motivo de su enfado. Pero no cambio absolutamente nada por ello. Si ese es el precio que tengo que pagar por todo lo que aprendo con ellos, os aseguro que no hay nada en mi vida que me haya salido más barato. Porque cuando ves que un autista que antes no sabía usar el cuchillo lo ha aprendido gracias a ti, te sientes casi tan especial como ellos. Porque una sonrisa de ellos vale más que un fiat punto evo. Por lo bien que me siento cuando compartes un juego con ellos, pues es algo mágico que solo existe entre vosotros dos. Nadie, absolutamente nadie más puede sentir esa sensación. Y, en ese momento, no existen trastornos de la conducta, ni discapacidades, ni niveles cognitivos… solo existen dos “niños pequeños”, muy especiales que lo único que buscan es un poquito de compresión y paciencia. PENSEMOS UN POCO http://www.youtube.com/watch?v=0HRD310kVOY
Me ha gustado mucho tu post San, me parece genial que se hablen de cosas tan importantes aquí en el blog, porque he descubierto cosas que no sabía. El vídeo me ha encantado.
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