Aunque
la noche anterior, evidentemente estaba nervioso, si que pude dormir
con soltura y me despertó mi padre a eso de las 7 de la mañana.
Empezaba el día, y ya tenía el corazón que me salía por la boca.
La noche anterior, hasta las tantas había estado despidiéndome de
mi gente y todo eso ahora pasaba por mi cabeza como un huracán
destrozándole a uno los esquemas.
Pero
rápidamente eso se va, porque tienes que vestirte, salir de casa, e
ir al aeropuerto. Tras una dura despedida con amigos y familiares,
allí iba yo con mi maleta de mano repleta de cacharros informáticos
que me habían hecho sacar en el control antes de buscar mi puerta de
embarque. Allí me encontré con una muchacha llamada Elena que
superaba por poco la treintena y que iba de visita a Londres y
decidió acoplarse conmigo para no ir sola durante el viaje de avión
y de bus desde Stansted a Londres. Genial, ahora ya tenía con quién
evadirme. Pocos segundos después, se acopló con nosotros también
una chica llamada Carolina, que en su caso, vivía en Londres y
volvía de visitar a la familia y estar de vacaciones por su tierra
natal.
Embarcamos
al avión y despegamos en esa lata repleta de cubículos invade
espacios burbuja y presurizada dirección a una de las ciudades más
caras del mundo y más cosmopolita.
Durante
el vuelo Carolina me orientaría sobre como coger el toro por los
cuernos, la vida, los supermercados, las ofertas de trabajo y como
buscarlo. La verdad, una guía cojonuda.
Tras
llegar a Londres y recoger el equipaje, y darnos una hora de tedioso
bus llegamos a la céntrica estación de Victoria.
Allí
tenía que encontrarme con CrazyPortugués, sí, así lo voy a
llamar, porque está como una chota. Tras la primera conversación
con él, este tipo daba la impresión de cagarse un poco en mí y ser
más una molestia para él a pesar de haberse prestado voluntario
para recogerme.
Tras
hablar con él varias veces y cagarse en mí por no estar en las
puertas del McDonals correcto -En Victoria hay varios, al igual que
Starbucks- me encuentro con mi colega que dice que no vamos a casa,
sino que ha quedado con un amigo Portugués para tomarse unas
cervezas. -Bueno, mientras luego me lleve a casa, que haga lo que
quiera, voy con él-
Así
que allí estuve una hora de reloj apreciando la arquitectura de la
estación de Victoria desde el bar de enfrente de la estación
mientras mis colegas se tomaban una cerveza y flipaban contándose
cosas en un idioma del que entendía el 30% de las cosas. Una vez me
cansé le dije a mi amigo portugués que en vez de acompañarme a
casa, me explicara de manera sencilla como coger el tren y llegar a
mi casa, que ya me iba solito.
Me
explicó que debía de coger el tren a Orpington que va para en
Sydenham Hill y luego al salir de la estación tenía que subir una
cuesta enorme y luego girar a la derecha y ya estaba en casa.
Sencillo verdad? Pues los cojones.
Tras ir
a la estación de Victoria y buscar mi plataforma, y esperar durante
20 mins mi tren, veo que en la plataforma 3 sale mi tren. Bien, vamos
para allá. Me subo y la siguiente parada es Brixton, pero llegamos a
Denmark Hill. En ese momento, un Inglés cargado con la compra
pregunta a otro con cara de pocas ganas de vivir.
- ¡Eh!
Por qué estamos en Denmark Hill?
+ Han
cambiado la ruta.
- Que
han cambiado la ruta? Tío, me estás vacilando, no?
+ No,
para nada.
- Pero
si no he oído nada por megafonia.
+ A mí
es que me lo ha dicho el operario del Anden.
Ala, a
bajarse, cambiarse de plataforma y volver a Victoria, GENIAL. Tras 45
mins que me costó volver a Victoria, vuelvo al mismo sitio, para ver
si de una vez por todas, puedo coger mi puto tren y llegar a mi casa.
Pero
no, el día había decidido tocarme los cojones apretándome los
huevos y todo para hacer daño.
Nada
más llegar, todos los trenes de todas las plataformas empiezan a
aparecer como Delayed o Cancelled. Durante 2 horas, no salió
absolutamente ningún tren desde Victoria a ninguna dirección.
Frustradisimo, tuve que optar por coger un taxi que no quería y
gastarme 25 libras muy valiosas. Le dije que me llevara a la estación
de Sydenham Hill, dado que llevarme a mi casa hubiera sido más
costoso, y no estaba muy por la labor de gastarme más dinero del que
hiciera falta.
Tras 20
mins de camino y de charreta con el conductor del taxi, llegué a mi
destino. Pero nada más bajar se hizo patente una pregunta: ¿La
parada de Sydenham Hill tiene dos salidas o sólo una? Habrá que
investigar. Tras bajar a la parada efectivamente habían dos salidas.
¿Con cuál me quedo? Ambos andenes no indican cuál es el de ida, y
cuál el de vuelta, y no había visto ningún tren. Pues nada,
paseito arriba por uno de los andenes. Tras preguntar varias veces,
resultó ser que ese no era el anden correcto, era en el que me
habían dejado. Así que nada, maletas y camino hacía el otro lado.
Una vez llego otra vez donde me había dejado el Taxi ¿Ahora por
donde voy? Veo un hombre tomando la fresca en el coche -Supongo que
estaría esperando a algún pariente que viniera con el tren-. Le
pregunto y no tenía ni puta idea. Subo para arriba y veo otro
chaval, le pregunto y me llevo una segunda negativa, pero también me
pregunta si tenía un código postal. Saco cagando leches la
dirección y se la enseño, la pone en Google Maps y efectivamente,
estaba a unos 250m de mi destino, eso era bueno. Me comunica que
tenía que subir la cuesta que tenía enfrente, una cuesta que a mi
parecer era casi como escalar una montaña y nada más llegar arriba
girar a la derecha y luego a la izquierda y habría llegado a mi
destino.
No
cantemos victoria aún, porque subir esa cuesta iba a ser lo más
parecido a morir. Bien allí voy, con 20 kilos de maleta en una mano
y otros 10 en la otra. A mitad de cuesta cada vez se hacía más
inclinada, era el infierno. Un joven británico que veía que sufría
se decidió a ayudarme.
+
Déjame que te ayude.
- No,
no te preocupes. Yo puedo.
+
Enserio, déjame que te ayude.
-
Bueno, vale.
Y el
tío, en acto totalmente desinteresado intenta cogerme la grande.
¡Pues los cojones! Una cosa es ayudar y otra ser tonto. Anda va,
dame a mí la grande y sube la pequeña y no me toques los cojones
que aún te pagaré por ayudarme. No es que no me fiara de él, era
simplemente que no quería que una puta cuesta me ganara.Enserio,
aquella cuesta fue mortal.
Recuerdo
que cuando llegué arriba lloré a ver que ya había llegado a mi
destino y abracé al muchacho que inmediatamente sintió vergüenza
agena. Tras llegar a la puerta me deslicé por aquel inmenso jardín
que daba a la mansión. Era impresionante.
Tras
entrar en la casa lo primero que pude cerciorarme es que a pesar de
ser una mansión, no tenía apenas mobiliario, aunque el principio de
la casa estaba restaurado, según iba viendo la casa, me daba más
cuenta que la parte de atrás y la parte de las habitaciones estaba
bastante descuidada y nada reformada.
Otra
cosa que vi era que no parecía haber ni tato en la casa, que estaba
más sólo que la una. Tras dar un par de berridos por partes de la
casa al fin parecí oir movimiento y notar vida en aquella casa.
Apareció
en la parte superior de la escalera que estaba justo a la entrada Damian, un muchacho medio Portugués y medio Ruso criado en
Argentina que muy amablemente se presentó y me enseño mi habitación
y donde estaba el baño y la cocina.
Por fin
pude entrar en mi habitación y sentarme e ir a la cocina y beber
algo de agua.
¿¿Cómo sigue??
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