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viernes, 6 de mayo de 2016

El mal del pornstar

Hoy quiero dedicar este post a todas esas personas que ven porno. A todos aquellos que ven en sus pantallas pollas más grandes que las suyas, tetas más grandes que las suyas, culos más grandes y redondos que los suyos, pieles más finas que las suyas, uñas más perfectas que las suyas, anos más blancos que los suyos.
Un saludo para todos los maquilladores que hacen que los porn viewers se sientan "poquita cosa" comparados con los actores y actrices que pasan por sus butacas. Como en el cine tradicional, en el porno hay maquilladores que hacen su trabajo, e igual que admiramos los ojos claros de ese actor moreno, admiramos igual los pechos perfectos de esa actriz porno.
Amiguitos y amiguitas... el porno está hecho para que fantaseemos con él. Igual que los zombies de The Walking Dead o la piel azul de los na'vi de Avatar, el cine (sea del tipo que sea) se hace para que queramos matar a ese zombie mugriento, para que queramos tener la piel azul y fornicar con nuestra coleta (que no colita), y para que deseemos tener esa columna victoriana que tiene como pene el desgraciado del actor porno que se está zumbando a esa mulata que finge tan sumamente mal.

El maravilloso mundo del cine, dónde hasta los anos son blancos... más incluso al final de la escena.



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